Nuevos tiempos, nuevas enfermedades. La tecnología o, quizá habría que decir la ausencia de ella o dependencia que tienen de ella los usuarios, está produciendo algunas de las más graves enfermedades del siglo XXI. Una de ellas, la nomofobia, que sufre una persona cuando no tiene su móvil al alcance.
¿A quién no le ha pasado algunas vez? Sales de casa y, al rato, descubres que te has olvidado el móvil. Si aún te encuentras en el ascensor, regresas a casa a recuperar el indispensable dispositivo. Si cuando te das cuenta, ya has recorrido varias manzanas o estás a punto de entrar en el metro o en el coche, quizá, si no vas apurado de tiempo, también decidas dar media vuelta. Pero, si has recorrido un buen trecho del camino o te encuentras atrapado en un atasco, ya no vuelves. Incluso piensas que no te vendrá mal un día sin móvil. Más tranquilidad a costa de estar desconectado unas horas.
Pero, los que sufren nomofobia no lo tienen tan fácil. Se comienzan a poner más y más nerviosos y sólo pueden pensar en volver a casa a recuperar su preciado dispositivo. En definitiva, sufren una crisis de ansiedad. La palabra es una contracción del ingles: «no mobile phone phobia». Se define como un «miedo irracional a salir de casa sin el teléfono móvil».
El término surgió de un estudio llevado a cabo en el Reino Unido en 2011. Se estudió a más de dos mil personas. Se descubrió que más de la mitad (un 53%) sentían ansiedad si perdían el teléfono móvil o se quedaban sin batería o no encontraban cobertura.
Además, un 9% se sentía estresado si su móvil estaba apagado. Esos niveles de estrés de la persona que padece nomofobia son comparables con los nervios que se sienten antes de casarse o la visita al dentista.
A pesar de ser un miedo irracional, se han buscado las razones de este pánico: el 55% afirmó que no le gustaba sentirse aislado, mientras que un 10% afirmó que era debido a su trabajo, que le exigía estar conectado permanentemente.
Los adolescentes y las mujeres son los grupos sociales con más riesgo de padecer nomofobia. En especial, los adolescentes entre los 18 y los 24 años.