Gracias al servicio de sus poderosísimos ordenadores, IBM ha logrado simular 500 mil millones de neuronas y 100 billones de sinapsis. Lo ha logrado gracias al supercomputador Sequoia, el más potente del mundo.
Se trata de un avance a nivel tecnológico enorme que también tiene importantísimas consecuencias en el ámbito de la neurociencia. Vamos a descubrir qué implicaciones tiene este fabuloso logro, nunca antes alcanzado.
A lo largo de los años, el departamento de Computación Cognitiva de IBM ha logrado simular el córtex de un ratón, luego de una rata y, finalmente de un gato. Pero nunca se había simulado un enjambre neuronal tan grande.
El objetivo de estos experimentos es crear un chip neurosináptico que cambie por completo la arquitectura de los ordenadores. Hasta ahora, se utiliza una arquitectura conocida como Von Neumann, en la que los procesadores están separados de la memoria y en la que el hardware está separado del software. Ahora bien, aunque esta arquitectura clásica ha funcionado muy bien, parece ser que estamos llegando al límite de miniaturización, de manera que pronto será necesario emprender nuevas vías para conseguir ordenadores más potentes.
Con los chips neurosinápticos se rompe la arquitectura Von Neumann. Su funcionamiento se basa en el concepto de que no hay distinción entre hardware y software, datos y programas, memoria y procesador. El chip será una matriz neuronal en la que ocurra sinapsis y en la que todos los procesos se encuentren unificados. Este método permitirá aumentar exponencialmente la velocidad y potencia de los ordenadores.
Los ordenadores del futuro
Para lograr fabricar estos chips es necesario, en primer lugar, reducir el consumo eléctrico y acercarlo a al consumo de un cerebro humano: 20 vatios.
Con la tecnología ya se ha logrado diseñar chips neurosinápticos con 256 neuronas y 1024 axones (ambas cifras multiplicadas dan el número de sinapsis), sin embargo no se encuentran en fase de producción masiva.
Por este motivo se ha utilizado el superordenador Sequoia: para simular el comportamiento de un chip neurosináptico en un ordenador clásico. De esta manera se ha podido estudiar el escalado (este fenómeno consiste en que, cuanto más potencia añadimos, el sistema no funciona proporcionalmente más rápido). En el caso de los chips neurosinápticos, el escalado ha sido mucho más eficiente que en el caso de los chips convencionales.
Estamos, por lo tanto, a las puertas de una nueva frontera de la ciencia. Pronto nuestros ordenadores serán auténticos cerebros pensantes. Eso sí, sin consciencia. A tanto no ha llegado la ciencia.