El popular programa de Microsoft para diseñar y mostrar presentaciones sirve, básicamente, para dos tareas: la primera, martirizar a nuestros contactos a través de un correo electrónico que incluye bromas malísimas, chistes o mensajes reivindicativos o espirituales; y, como segundo uso del Power Point, está el de ayudar a aburridas presentaciones de profesores de universidad o de jefes de empresa. Además, ¿cuánto tiempo se tarda en conectar el portátil al proyector de la sala para que la audiencia vea esa «maravillosa» presentación con terribles dibujos y fotografías que el conferenciante ha creado?
Ante la proliferación de las presentaciones en Power Point, un grupo de ciudadanos ha fundado el primer partido Anti-PowerPoint del mundo. En su web señalan lo que les ha llevado a crear esta original formación política: no quieren prohibir el uso del programa, sino impedir que sea casi obligatorio en empresas y universidades. En otras palabras, que quien decida impartir una conferencia o una clase sin la ayuda del dichoso programa no tenga que dar ninguna explicación al respecto.
En definitiva, el partido Anti-PowerPoint está en contra de las presentaciones aburridas. Seguro que muchos estudiantes apoyan a la formación. El ambicioso objetivo del partido es que pase a ser un movimiento mundial. El partido se ha formado en Suiza y pueden ser el cuatro partido del país en número de militantes. Aclaran que no tienen otras finalidades políticas más allá de la de reducir el uso del Power Point. La fuerza para seguir adelante la sacan de los 250 millones de personas que cada mes tiene que aguantar aburridas presentaciones.
Pero no es la primera vez que alguien critica duramente este programa. Hace un año, un periodista francés llamado Franck Frommer publicó un libro titulado El pensamiento PowerPoint: indagación sobre este programa que te vuelve estúpido. El problema que ve el autor a la hora de usar el programa es que el conferenciante muchas veces termina repitiendo las frases que se proyectan en la pantalla.
Según los más críticos, el Power Point prima la forma ante el fondo, se cuida el diseño y se olvidan los contenidos. Y se acaba en el vacío intelectual. No se busca que el público piense, razone, sino que se presentan una serie de frases breves que recuerdan a la publicidad. Se abandona la sala saturado de imágenes sin sacar nada en claro. Como cuando se ve la televisión. Y, como con ésta, no se puede interactuar con la audiencia, que se convierte en un conjunto de espectadores pasivos. Y, encima, la mayoría de las veces, las imágenes y dibujos elegidos son terribles. ¡Además!