En cuanto hay una catástrofe de cualquier tipo, y sin el más mínimo respeto por las víctimas, proliferan las páginas fraudulentas, el envío de virus y campañas de spam con referencias al desastre. Como no podía ser de otra forma, es lo que está ocurriendo con el terremoto y el posterior tsunami que ha ocurrido en Japón. Los piratas informáticos no tienen escrúpulos de ningún tipo a la hora de hacer el mal.
Aunque no es la primera vez (ni será la última), los expertos en seguridad se han sorprendido de la rapidez con que se han creado todo tipo de malware, incluyendo enlaces peligrosos en la red social Facebook, con la intención de recabar información de los usuarios más incautos.
El IC3 (Internet Crime Complaint Center) es un organismo estadounidense que lucha por la seguridad en Interntet y en la que participa el FBI, entre otras instituciones. Dicho organismo señala que el devastador terremoto de 8,9 grados en la escala de Richter que se produjo en Japón, así como el posterior tsunami, ha propiciado la creación de casi dos millones de páginas fraudulentas. Entre otras estafas, se usan la del tipo 419 (que solicita al internauta un adelanto de dinero con la promesa de obtener un ingreso mayor) o el registro de más de cincuenta dominios falsos que incluyen las expresiones «Japan tsunami» o «Japan earthquake» (terremoto en Japón) en el nombre y que llevan a páginas web con el objetivo de cometer una acción de phishing.
Y como si de las réplicas de un terremoto se tratara, también proliferan páginas que ofrecen antivirus falsos, que aprovechan la situación para intentar vender sus nocivos productos. No es raro que aparezcan entre los primeros resultados cuando se realizan búsquedas en cualquiera de los buscadores más conocidos, como Google, Bing o Yahoo.
No está de más, por tanto, y así lo hace el IC3, recomendar una vez más extremar las precauciones ante cualquier sospecha de fraude, sobre todo si se va a usar la tarjeta de crédito para hacer donaciones. Se deben usar sólo las web de las entidades más conocidas y, ante la más mínima sospecha, salir de la página.
Y no sólo por Internet. Cuidado también con los mensajes SMS que piden ayuda para los damnificados por el terremoto en Japón.